EL JARDÍN DURMIENTE DE SABINE FINKENAUER
por Joaquín Escuder
Conferencia en la Universidad de Lisboa, Portugal
26 de enero de 2017
Resumen:
La artista visual afincada en Barcelona, Sabine Finkenauer, nos muestra la posibilidad de
generar nuevas imágenes desde un discurso que surge de la simplicidad y la calma, por medio
de una práctica pictórica que reconsidera la iconografía de las vanguardias históricas.
Mediante unas estructuras esenciales, sintéticas, del lenguaje de la abstracción, describe
motivos del mundo infantil, la feminidad y el kitch; para configurar un universo silencioso, un
clima pleno de sensibilidad, autobiográfico, entre la ironía, la discreción y la alegría vital.
Palabras clave: Pintura expandida, formas elementales, ironía-inocencia, esencialidad,
infancia.
La estrategia de la simplicidad
En este texto se presenta la obra de la artista visual Sabine Finkenauer, nacida en
1961 en Rockenhausen (Alemania). Desde 1993 vive y trabaja en Barcelona. Formada
en la Academia de Bellas Artes de Múnich se especializó en escultura, aunque en la
década de los ochenta, ya en Barcelona, su obra dio un giro hacia la pintura. Desde
entonces la artista acumula una dilatada trayectoria, acrecentada sobre todo estos
últimos años en su actividad expositiva, con presencia en galerías y ferias
internacionales de arte contemporáneo. Hay que destacar su participación en 2007 en la
exposición Non - Declarative Drawing en el Drawing Center de Nueva York.
La artista parte del medio de la pintura y el dibujo para derivar en obras
tridimensionales que en su instalación establecen un diálogo con el espacio expositivo.
De esta forma, todos los procedimientos que integran su obra conforman un conjunto
coherente de continuidad: pinturas, dibujos, collages, tejidos, obras escultóricas e
instalaciones (Fig. 1, 2, 3, y 4). Con elementos mínimos la artista configura muestras del
máximo efecto visual, para crear un ámbito expresivo sin grandes alardes. Sus obras
muestran una simplicidad expresiva, tan sencilla como contundente; un clima sereno,
delicado e ingenuo sin dejar de ser irónico e inquietante.
Desde su llegada a Barcelona Sabine Finkenauer, en su giro hacia la pintura,
siguió portando la carga expresionista de su país natal, pero esta vez afectada por la
influencia de un Philip Guston en su versión figurativa, exhibiendo unas gamas
cromáticas más amortiguadas y menos estridentes, que mantendrá hasta hoy. Ya a
finales de la década de los noventa, la artista comenzará a tejer una personalidad propia
que se traducirá en una poética que fluctuará entre la abstracción y la figuración. Sus
motivos flotan en torno al relato de un mundo infantil, cargado de feminidad. Podemos
decir que serían obras para un kindergarten. Pero bajo esta ingenuidad aparente subyace
una estrategia de la simplicidad. Su universo artístico transcurre entre estructuras
elementales que hacen una relectura de la tradición abstracta, carente de todo
trascendentalismo. Ahí se perciben influencias tanto de los pioneros de la modernidad
en figuras como: Sonia Delaunay, Paul Klee, Sophie Taeuber-Arp, Joan Miró,
Alexander Calder, que se prolongan hasta la reciente abstracción de Ellsworth Kelly,
Blinky Palermo (AA VV, 2003) y Jürgen Partenheimer (AA VV, 1999). En las
siguientes líneas situaremos su marco referencial para a continuación describir su
ámbito de trabajo, sus obras y su proceso, para terminar presentando sus implicaciones
en las tres dimensiones a las que accede por evolución natural.
1. Perder el Norte
Sabine Finkenauer llegó a Barcelona en el viaje iniciático al Sur que han
iniciado muchos de sus compatriotas, cuyo trayecto más conocido es el que hizo Johann
Wolfgang von Goethe en su Viaje a Italia, a comienzos del s. XIX (Goethe, 2001). Como
al célebre escritor, la artista tal vez fue deslumbrada por el "golpe de luz" que supuso el
contacto vital con las tierras de la Europa meridional. Y no tan solo por la luminosidad,
lo agreste de los paisajes, sino porque se asentó en una ciudad atractiva para los jóvenes
artistas de diversos países, que tiene que ver con el clima dinámico cultural,
cosmopolita, propio de una ciudad como Barcelona, que renacía tras la edición de unos
Juegos Olímpicos, despegando hacia la metrópoli que es hoy en día.
Sabine Finkenauer con la memoria del trasfondo visual centroeuropeo, encontró
un contexto receptivo a la pintura, de difusión de ideas, que rápidamente atraparon a la
artista. Era el final de los neoexpresionismos y en sus pinturas comenzó a disiparse la
niebla de sus pinceladas marcadas, aligerando sus materias de toda retórica, hacia unas
superficies más planas, de gamas matizadas y atemperadas. En ese momento se
conformarán las claves que harán característico su trabajo, la configuración de un
singular y pequeño gran universo con una poética propia.
Sabine Finkenauer ha desarrollado su obra al margen de contextos académicos,
corporativistas, influidos por discurso dominante. En una entrevista afirmó que para
realizar ciertas obras había tenido que "desaprender todo lo que me habían enseñado que
debía ser el arte contemporáneo" (Bufill, 2002). Por esto resulta lógico entender ese
proceso en busca de la inocencia perdida, bajo unas formas simples e ingenuas en
apariencia esenciales, sintéticas, casi arquitectónicas. Ahí la artista teje, construye un
mundo altamente connotativo, despojado de dramatismo, sumido en la trivialidad
cotidiana y dejando que aflore la ingenuidad de un arte de niños. No obstante en sus
obras se desprende una ironía discreta, recatada, de baja intensidad ―no por ello menos
efectiva. Así pues la artista se mece en un campo, de los límites complejos, de la
sencillez, en la que nunca quiere perder el candor del cuento de hadas, de las fábulas,
porque ella sabe muy bien que su obra se convertiría en otra cosa.
2. Kindergarten Schwabing
La primera sensación que se tiene al visitar una muestra de Sabine es el percibir
un ambiente encantado, de tiempo suspendido, de sueños, pero éstos últimos en sí
mismos no son el desencadenante de su inventiva, ella podría hacer suya la reflexión del
director de cine David Lynch cuando apunta unas observaciones sobre su proceso
creativo: "Me encanta la lógica de los sueños; sencillamente me gusta cómo funcionan
los sueños. Pero rara vez he obtenido alguna idea de los sueños. Saco más ideas de la
música o simplemente de salir a pasear" (Lynch, 2016: 61). Las frases ilustran la
intención de la artista evitar toda solemnidad, más que crear desde los sueños quiere
crear en los sueños. Vivir-en-el-sueño, como los habitantes del barrio muniqués de
Schwabing ―que Sabine conoce―, donde casi todos eran artistas en el período de
preguerras. Este distrito fue una isla de libertad en la capital bávara, vivir allí era un
"estado mental" en palabras de Wassily Kandinsky (Kandinsky, 2002: 124). La artista
transita en ese estado de ensoñación, pasa de puntillas, como si nada, sin hacer ruido, en
una disposición intuitiva, clarividente, que transmite la atmósfera onírica a todas sus
realizaciones: pinturas (lienzos y papel), dibujos, collages, esculturas, tejidos/telas.
Sus obras muestran la firmeza en la sencillez deliberada de unas figuras icónicas,
que se nombran en sus títulos, formas que son temas. Los hay alusivos a la figura
humana: Cabeza, Figura, Durmiente, Niño, Niño con flor, Muñecas, Vestido, Rostros,
Cabellos, Pelo largo; en los que cabe destacar a sus personajes sin rostro, carentes de
expresión, de dramatismo aparente, que semejan a las figuras del período "campesino"
de Kazimir Malévich (Malévich, 2007: 196); también al reino vegetal: Hojas, Corazónflores,
Flor, Ramo de flores, Jardín, Árbol, Ramas, En el bosque; a la arquitectura:
Arquitectura, Casa, Escaleras, Exterior, Espacio Reja Frontera, Área; al mobiliario
doméstico: Cortinas, Mueble, Cocina, Alacena, Habitación ―casi perdiendo su
referencia a lo real, casi una abstracción geométrica―; y a las formas: Corazón con
satélites, Corazón flor, Tres círculos, Piedra preciosa, Forma.
Así pues la artista muestra un variado repertorio de elementos, con escasas
referencias narrativas: flores, tulipas, casas, árboles, ramas, cuerpos, estructuras
geométricas, retículas de color, interiores, habitaciones, insinuaciones arquitectónicas.
Son formas heredadas del surrealismo y del constructivismo, y en todas se destila una
estética racionalista, deliciosamente kitsch, de diseño de la antigua RDA, de la
ilustración infantil, de los juegos del Lego y de ejercicios de los cursos de Bauhaus. Se
trata de unos patrones sencillos que no aspiran a la interpretación intelectual: planos,
curvas, formas hemisféricas, semicirculares, formas duales, puntos, agujeros, líneas.
Esta última, la línea, a medida que ha ido evolucionando ha cobrado protagonismo en
sus obras, en una economía de recursos visuales: la línea llega a "hilvanar" todas las
acciones de su proceso creativo. Por lo que el dibujo en Sabine Finkenauer actúa como
línea de conducción, de tensión, articula y configura: une, cose, corta, pega, pliega,
ordena y dispone desde el trazo del pincel, del lápiz, pasando por el corte de la tijera o el
cosido del hilo que une sus tejidos. Al expandirse, como se verá más adelante, construye
el espacio y su ámbito. Esa visión del dibujo se traslada a la pintura e integra sus obras
en el espacio tridimensional.
La línea tiene un valor de medida, un recorrido en el tiempo, la vida es una línea,
tejida, como evidencia la artista Louise Bourgeois, que se sirve de ella como trabajo de
reparación en su camino artístico y que la convierte en una metáfora de su vida ―existe
una relación biográfica en la artista de origen francés con la fábrica de restauración de
tapices de sus padres (Bourgeois: 2002). Hay también algo relacionado con la condición
de mujer ―como en Louise Bourgeois―, en la acción de tejer que deriva del empleo de
la línea. El medio textil pertenece al imaginario de nuestra cultura que se remonta al
Neolítico y a su herencia femenina (agrícola, sedentaria, igualitaria y pacífica). De ahí
que nacieron los patrones geométricos, que pasaron a ser arquetipos (Paternostro, 2001:
27-32).
Sabine Finkenauer recibe la influencia del "primitivismo" en la asimilación de
formas geométricas basadas en el modelo conceptual del tejido, por lo que hay que
resaltar su utilización de la retícula o damero. Figura presente en el arte primitivo y
reconocida además como el emblema de la pintura moderna. La retícula modular ya a
apareció en el cubismo, en el neoplasticismo y en los ejercicios de Johannes Itten en
Bauhaus (Wick, 2007). Así mismo los artistas Paul Klee y August Macke la plasmaron
en las acuarelas de su viaje a Túnez, en esa búsqueda de lo exótico, en el viaje al mítico
Sur ―siempre el Sur. Entre cuadrados, retículas, dameros, estos artistas asentaron los
cimientos de su pintura y descubrieron la gozosa idea del color. (Klee, 1987: 230,
[926o]). También lo entiende así Sabine Finkenauer, donde su color circula de mano de
la línea, infundiendo ritmo, vitalidad y alegría, a la par que delimita sus formas
características. El color aquí despliega su sugestión en una gama tímbrica, no tonal,
disociado de la envoltura temática, tal como se comenzó a hacer en el suprematismo
(Malévich, 2007: 279-281).
3. Mobiliario animado
Sin embargo en el arte actual no se concibe un trabajo constructivista que no
haya pasado por el tamiz del minimalismo, del reduccionismo, y sin estimar las nuevas
configuraciones derivadas arte abstracto como el all-over, y el pattern, y sobre todo la
implicación del espacio que circunda la obra. Así lo cree Sabine Finkenauer en su juego
de asignaciones de significado, en función de los atributos metafóricos inherentes a sus
objetos plásticos. Esta ambivalencia de los objetos que presenta ha expandido su pintura
hacia el espacio tridimensional, dejando en evidencia los límites de la visión frontal y la
restricción del bastidor. Pero no pretende perder la pintura, trata de ensanchar sus
límites, los cuadros que presenta son como unos objetos más en las instalaciones.
La artista aprovecha el contexto expositivo para redibujar espacios alternativos
entre lo real y lo pintado, en un afán de unificar los procesos de creación y percepción,
para hacer de ellos la una experiencia singular. El diálogo entre la especificidad del
lugar y la forma se subraya por medio de obras que alteran el espacio que mantienen, lo
explica muy bien el comisario de arte contemporáneo Àlex Mitrani:
Distribuir, desplazar y dibujar son variantes de un mismo designio: componer.
La pared blanca hace oficio de lienzo u hoja de papel. Las aristas en las
esquinas son líneas y/o pliegues que generan ángulos y espacios. Así, se produce
un resultado paradójico: lo bidimensional parece tridimensional y viceversa.
Finkenauer ha convertido el espacio de la galería en una maqueta, en un
modelo, en algo a la vez físico y mental (Mitrani: 2012).
De esta manera, con este proceder, la artista hace suyo cualquier lugar donde
interactúa con su trabajo, sin estridencias ni agresividad, no se trata de apropiarse del
espacio, sino de intervenir en él, sin invadirlo, por medio del juego, la seducción, el
encantamiento, para reunir pinturas y espacios expositivos en un todo indisociable,
como una casa de los sueños. Como dice el filósofo Gaston Bachelard cuando evoca el
espacio habitado de la casa: "los lugares donde se ha vivido el ensueño se restituyen
ellos mismos en un nuevo ensueño" (Bachelard, 2005: 36).
Conclusión
Sabine Finkenauer nos ayuda a entender la vida a través de la pintura en un
ámbito de apariencia frágil e ingenua, carente de retórica y pretensiones. Para ello se
sirve de unos juegos de significación y unas citas formales que pertenecen tanto al
lenguaje de la abstracción como al arte de los niños, y a cierto relato autobiográfico,
impregnados ellos de una ironía exenta de cinismo y futilidad. Sin embargo estos iconos
muestran la contundencia de la fuerza de la sencillez y son capaces de configurar un
clima poético misterioso, a la vez que accesible y optimista, para constatar que, cuando
regresamos a la infancia, los sueños son más poderosos que los pensamientos.
Referencias
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968-16-0923-9
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Finkenauer, Sabine (s/d) Sabine Finkenauer [consulta 2017-01-16] URL:
http://www.sabinefinkenauer.com
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Malévich, Kazimir (2007) Escritos. Madrid: Síntesis. ISBN: 978-84-975654-4-8 [Traducción de
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Mitrani, Àlex (2012) "Origami plástico y mental". En el diario La Vanguardia, suplemento
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Joaquín Escuder, conference at the University of Lisbon, 26th January 2017.